Si nos devolviéramos en el tiempo, o mejor aún, nos leyéramos libros o documentos sobre el origen de las ciudades nos encontraríamos con un tema en común: esos poblados tuvieron su desarrollo económico en lo que hoy denominamos o conocemos como «el centro».»
Aunque si bien no hay una teoría exacta que así lo acredite, el auge de estos espacios sí se dio como resultado de factores como el clima, los accesos y su geografía y cómo los pobladores se fueron apropiando de las tierras de manera que se situaban “los unos cerca de los otros”.
El Centro de Medellín no fue la excepción de esto que les contamos. Si bien Santa Fe de Antioquia, que fue la primera capital por el auge minero que la rodeaba, sí se vio “afectada” en aquel entonces porque su clima no era el más benevolente. Lentamente la búsqueda de nuevas oportunidades en la economía de la naciente provincia -como se conocía- fue motivando a los pobladores a reubicarse en el Valle de Aburrá. Fue epicentro de la ruta para llegar desde el occidente al oriente y así lentamente se fue forjando como ciudad.
De esta manera el Centro de Medellín fue adquiriendo protagonismo. Como la zona de intercambio comercial y financiero, la estación del tren y del tranvía y, en especial, el crecimiento de zona residencial marcó la historia de la pujanza de la ciudad.
En el texto titulado “Medellín: La ciudad y su gente”, escrito por el doctor en Historia, Pablo Rodríguez Jiménez, se resalta cómo este escenario de la ciudad pasó de ser una discreta villa a la capital antioqueña, capital que se forjó precisamente en el centro.
“Las calles adyacentes al parque de Berrío se convirtieron en vías comerciales, y en el primer piso de cada casa había un almacén. Al observar las fotografías de fines del siglo XIX de esas calles vemos multitud de avisos que identifican los almacenes y sus productos”, anotó el autor.
Ya con el transcurrir de los años la actividad comercial y financiera se fue consolidando. Los primeros bancos se instalaron allí y así lentamente el Centro fue adquiriendo ese protagonismo de lugar de encuentro para disfrutar de un té, de un café, de las compras y, por supuesto, el esplendor de las noches de bohemia.
Transformación que se mantiene, en el centro
Y si bien el paso del tiempo definió nuevos intereses en los habitantes de la ciudad con la expansión por las laderas y la llegada de los centros comerciales; sin embargo, el Centro de Medellín es aún el eje de gran parte de la actividad comercial y residencial.
No en vano se conservan algunas joyas arquitectónicas como el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, los edificios Vásquez y Carré, la Catedral Basílica Metropolitana o el edificio Hospital San Vicente de Paul; se destaca la magia de la ciencia en el Planetario y el Parque Explora; el encanto natural del Jardín Botánico. A ello se suma la oferta que, en comercio, en sabores, en artesanías los habitantes y turistas encuentran.
Medellín ha sido una ciudad de retos y de transformación permanente como lo cuenta su historia misma, y el Centro no es excepción. Sigue siendo escenario de la cultura, de la expansión, de la inversión y del cambio.
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